Hay inventos que nacen de la pura curiosidad, de esas ideas que chispean en la mente y terminan dibujando sonrisas enormes. Así surgió ZipString, una marca que se propuso perseguir un único objetivo: provocar ese instante inolvidable donde la boca se abre, los ojos brillan y el asombro se convierte en felicidad pura.
Todo comenzó en diciembre de 2020, cuando Stephen Fazio, estudiante de Georgia Tech, aceptó un reto universitario: crear un circuito más pequeño que una tarjeta de crédito que pudiera hacer cualquier cosa. Inspirado por un vídeo de Bruce Yeany que mostraba un lanzador de cuerdas de mesa, pensó: “¿Y si pudiera sostenerse en la mano y controlarse directamente desde su origen?”. Con la tarjeta de su tren como plantilla, construyó el primer lanzador de cuerda flotante de mano del mundo. Así nació ZipString.
Lo que siguió fue una auténtica revolución: desde un sótano en Johns Creek, Georgia, Stephen junto a Austin Hillam comenzaron a enviar los primeros ZipStrings, que pronto conquistaron las redes sociales con más de 300 millones de visualizaciones y más de un millón de unidades vendidas. Incluso llegaron a los escenarios del famoso tour de Dude Perfect.
ZipString no es solo un juguete. Es una experiencia visual y sensorial que combina tecnología, movimiento y un toque de magia. El dispositivo lanza una cuerda que parece desafiar la gravedad, flotando y danzando en el aire gracias a la interacción precisa entre fuerzas como la gravedad, el empuje, la tensión y la resistencia. Sus delicados flecos generan la fricción exacta para que la cuerda vuele, gire y siga rutas impredecibles.
Además de ser portátil y perfecto para jugar en interiores o exteriores, ZipString es también una forma divertida de explorar principios físicos, despertar la curiosidad y fomentar el movimiento activo. Su naturaleza interactiva hace que cada partida sea distinta, adaptándose a los gestos de quien lo maneja y ofreciendo un espectáculo que siempre termina con sonrisas.
En esencia, ZipString es mucho más que un juguete: es una invitación a maravillarse, a retar lo imposible y a compartir momentos únicos, tanto para pequeños exploradores como para adultos que no han perdido el gusto por sorprenderse.
